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Y EN EL FONDO…LA CULPA ES NUESTRA, POR LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

Este martes se ha celebrado el Día de la Libertad de Prensa, paradojas de la vida porque la libertad de prensa y la objetividad de los medios son derechos recogidos en la Constitución Española. Pero es evidente que no se dan en el llamado cuarto poder que tantas veces se convierte en el primero, al servicio de los políticos; o en el segundo, los políticos a su servicio.

La disyuntiva de qué fue antes el huevo o la gallina podría aplicarse a quién descubrió antes el poder de quién; si los políticos o las organizaciones de lo que suponía el control de los medios o si los mal llamados editores que llegan desde sectores que nada tienen que ver con la prensa el poder que un medio les daba para hacer y deshacer a su antojo.

Quienes nos hemos pasado la mitad de la vida formándonos en esto y nos levantamos cada día con la ilusión de hacer un producto atractivo aunque nos vaya muchas veces la salud en ello vemos con tristeza las situaciones que muchas veces se alientan desde las instituciones. Cada vez hay más ‘niños’ que quieren jugar a ser periodistas para ir al fútbol o los toros gratis y hasta a los plenos, ¡qué moral!. Las instituciones no pueden alentar el intrusismo, deben asegurarse de convocar a sus ruedas de prensa a gente que esté dada de alta en la Seguridad Social, que destine el 20% de sus beneficios –cuando los hay, que no siempre es- a Hacienda, para costear los servicios públicos que luego queremos todos.

Pero cierto es que al menos en muchos de estos casos cuando maduran se dan cuenta de que es mejor dedicarse a otra cosa. ¡Qué lástima de aquellos que tenemos una gran vocación por esta profesión, estamos perdidos!

Luego están también esos ‘grandes’ empresarios que se cambian la chaqueta sin problema ninguno cuando gobierna uno u otro. Como el famoso empresario albaceteño que nos habrá despedido a más de los que trabajamos ahora en los medios de Albacete, pero no pasa nada; primero políticos como Bono o Barreda y después Cospedal seguían con las visitas a sus empresas para airear a los cuatro vientos el buen empresario que es. Cuando no se valora el capital humano no se crece como en los países desarrollados y eso es lo que pasa aquí. Así nos va.

Pero ¡lo que son las cosas! El monstruo que durante años alimentaron como al niño al que sus padres le consienten todo para que no se enfade; no quieres estar con otros, no te preocupes ten tu polígono; no quieres gastar mucho en mantenerlo, nosotros te pagamos los servicios aunque lo tengas vallado y con control de accesos –no como el resto de polígonos de la capital-; si te quedas el periódico que ha abierto y nos dice lo que no queremos leer, no te preocupes, páginas de publicidad a 17.000 euros –sí, casi tres millones de las antiguas pesetas-. Pues ahora ese monstruo está cabreado y lo paga con unos y con otros, en muchas veces de la forma más rastrera, atacando a quien menos culpa tiene pero yendo al corazón de sus víctimas donde sabe que más duele. Para eso no le duelen prendas en mandar a sus empleados a hacer encuestas teledirigidas y totalmente sensacionalistas.

Aunque, sinceramente, lo que más nos duele, y nosotros hemos sobrevivido a despidos y cierres de todo tipo –por lo que nos vemos legitimados para dar nuestra opinión- es que la culpa también es nuestra, de los periodistas. No se denuncian todos los ataques con el mismo rasero y el colectivo no se atreve a emprenderla igual con unos que con otros. Hay gente a quien se le teme más. Y luego está el asunto de no cabrear mucho a las administraciones para no ‘cerrarnos’ puertas, de otra forma no se entiende que no se entre en cólera cuando la televisión regional contrató a una actriz para presentar sus informativos, entre otros aspectos que no nos parecen nada bien.

Claro, que con la falta de libertad de expresión que hay en gran parte del sector quizás sería mejor optar por actores.

Por cierto, de la falta de ética de muchos de los medios cuando no citan a otros pero sí utilizan sus datos mejor ni hablamos. Eso da para un capítulo solo.

Lo dicho, tenemos lo que nos merecemos por las rivalidades que se fomentan en un sector que se mira demasiado el ombligo. Y quien no esté ‘atrapado’ por esta droga que es luchar cada día para poder comunicar lo mejor posible, mejor que se dedique a otra cosa que le irá mucho mejor.